Como hermanas en Sión, nosotras podemos obstaculizar
la conspiración del adversario contra las familias
y la virtud. Con razón nos tienta a conformarnos con
placeres terrenales en lugar de buscar la gloria eterna.
Una madre de 45 años con seis hijos me dijo que
cuando dejó de leer constantemente las revistas que
la abrumaban con imágenes de cómo debían ser su
casa y su ropa, sintió más paz. Ella dijo: “Tal vez esté
un poco gordita, canosa y arrugada, pero soy una
hija de Dios, y Él me conoce y me ama”.
Hna. Shery L. Dew
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