A las madres de Sión

Bienvenidas a mi Blog ! este es un espacio para que nos edifiquemos y fortalezcamos mutuamente al compartir experiencias espirituales y nuestro testimonio acerca de este evangelio restaurado y verdadero que conocemos. Además, son bienvenidas las ideas y las sugerencias para mejorar nuestras noches de hogar, para enseñar el evangelio a nuestros hijos y todo lo que conlleva ser las "madres de sión" , que por cierto, es una responsabilidad muy muy grande, pero que podemos llevar a cabo si no nos soltamos dela barra de hierro . Así que espero que disfruten de mi blog.



lunes, 31 de octubre de 2011

Còmo Sanar Nuestras Heridas

Las perlas son muy agradables a nuestros ojos, pero es necesario conocer que son el resultado de una dolorosa herida, que ha sido transformada por el amor.

Cuando un grano de arena se introduce en una ostra, le provoca una irritante herida. Para defenderse, la ostra produce una sustancia denominada nácar, con la cual recubre y envuelve con varias capas el grano de arena que tanto dolor le está provocando, y finalmente este proceso termina formando una perla.

En mayor o menor medida, todos estamos, durante este tiempo de probación, expuestos a muchas heridas. Diariamente sentimos la flagelación de la mentira, la indiferencia, el desprecio, el abandono, las palabras y actitudes despiadadas, y una infinidad de otros “granos de arena”, que estamos llamados a recubrir con amor y transformar en perlas.

Todos nosotros, independientemente de nuestras circunstancias, estamos llamados a transformar nuestro dolor en perlas, y nunca nos faltará la necesidad de ejercitarnos en hacerlo, porque nunca nos faltará la prueba y el dolor.

Si en nuestra vida cotidiana nos encontramos con personas que tienen la apariencia de ser una ostra vacía, podemos tener la certeza de que no están en ese estado por haberse visto libres de la prueba y el dolor, sino debido al hecho de que no han sabido transformar sus pruebas en perlas de gran precio. No han tenido el amor suficiente para aplicar el “nácar” del perdón tantas veces como hubiera sido necesario, para que esa herida se convirtiera en un testimonio que refleje las virtudes de Jesucristo “en quien tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados según las riquezas de su gracia” Efesios 1:7.

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